Miro al espejo y en él me reflejo yo. En mi cara, mis ojos. En ellos se refleja mi imagen en el espejo. En esa imagen, mi cara. En mi cara, mis ojos. Y en mis ojos, otra vez yo. Un sin fin de Ineses, repetidas en si mismas, cada una guarda un aspecto de mí. Una Inés luchadora, otra triste, cobarde, quejica, feliz, decidida, inteligente, ingenua, atontada y despistada, sin rumbo, con destino fijo. Infinitas. Efímeras.
Ojalá fuese cierto y hubiese tantas ineses...
ResponderEliminarQué bonito y qué filosófico, Inés. te quiero Mum
ResponderEliminarEspero la publicación siguiente con ganas. ¬¬
ResponderEliminarNo veo yo que este blog avance ¡eh! Toma ejemplo del mío (indirecta...).
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